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¿Qué es la esclerosis lateral amiotrófica?

La esclerosis lateral amiotrófica (ELA) es una enfermedad neurodegenerativa grave que afecta selectivamente a las neuronas motoras encargadas de controlar los movimientos voluntarios. A medida que estas neuronas del cerebro y la médula espinal dejan de funcionar, los pacientes desarrollan debilidad muscular progresiva que avanza hacia la parálisis, junto con dificultad para hablar, tragar e incluso respirar. Los sentidos y la función intelectual suelen permanecer intactos, pero la pérdida de control muscular empeora con el tiempo. La mitad de los afectados fallece en un plazo de 3 a 5 años desde los primeros síntomas, a menudo por fallo respiratorio​.

Actualmente no existe cura para la ELA, y los tratamientos disponibles son muy limitados. El fármaco más utilizado, riluzol, puede prolongar ligeramente la esperanza de vida de los pacientes al retrasar la progresión de la enfermedad, pero su beneficio es modesto y no logra detener el deterioro funcional ni mejorar significativamente la calidad de vida​. Otro medicamento aprobado es edaravona, un antioxidante que reduce el estrés oxidativo neuronal, el cual mostró una ralentización del deterioro funcional en ensayos clínicos​. Sin embargo, en general los tratamientos actuales solo alivian síntomas o retardan ligeramente el avance de la ELA. Esta falta de terapias efectivas hace urgente investigar nuevas estrategias terapéuticas para frenar o detener la enfermedad​. A continuación, revisamos algunas de las líneas de investigación más prometedoras en desarrollo.

Nuevas terapias en desarrollo

Frente a las limitaciones de las terapias convencionales, la comunidad científica está explorando diversas opciones innovadoras para tratar la ELA. Entre las principales líneas de investigación se encuentran las terapias génicas, el uso de células madre, las inmunoterapias y el desarrollo de moléculas pequeñas dirigidas a procesos patológicos de la enfermedad (como la inflamación o el estrés oxidativo). A continuación, describimos estas estrategias de forma accesible pero rigurosa.

Terapias génicas: genes a la carta contra la ELA

Una de las vías más innovadoras es la terapia génica, que busca corregir o contrarrestar defectos genéticos introduciendo material genético terapéutico en las células del paciente. En el contexto de la ELA, esto puede implicar dos enfoques: aportar copias funcionales de genes protectores o silenciar genes mutados dañinos. Para lograrlo se utilizan a menudo vectores virales (virus modificados que sirven de “vehículo” para el gen terapéutico) capaces de llevar genes o fragmentos de ARN a las neuronas motoras. Por ejemplo, en formas hereditarias de ELA causadas por mutaciones conocidas, se están probando vectores que entregan instrucciones para inactivar los genes mutados.

Un caso destacado es tofersen, un oligonucleótido antisentido diseñado para un tipo de ELA familiar con mutación en el gen SOD1. Tofersen se administra directamente en el líquido cefalorraquídeo (vía intratecal) y reduce la producción de la proteína SOD1 mutante, asociada a la muerte de neuronas motoras​. Los estudios clínicos han mostrado que tofersen disminuye un biomarcador de daño neuronal (neurofilamentos) y, si bien sus efectos clínicos todavía se evalúan, ha generado esperanzas y fue aprobado recientemente para pacientes con mutación SOD1​.

Además de oligonucleótidos antisentido, existen ensayos con virus adenoasociados (AAV) y otros vectores para entregar genes terapéuticos. Por ejemplo, se investiga la introducción de genes que codifiquen factores neurotróficos (proteínas que favorecen la supervivencia de las neuronas) o ARN de interferencia que bloqueen otras moléculas tóxicas implicadas en la ELA. Aunque todavía en fases iniciales, estas terapias génicas ofrecen un enfoque dirigido a la raíz molecular de la enfermedad, con el potencial de alterar su curso en vez de solo tratar síntomas.

Terapias con células madre: regeneración y soporte a las neuronas

Otra estrategia en desarrollo es la terapia celular, utilizando células madre para proteger o reemplazar a las neuronas motoras dañadas. Las células madre mesenquimales (CMM), obtenidas típicamente de médula ósea o tejido adiposo, son especialmente investigadas debido a su capacidad de modulación inmunitaria y secreción de factores tróficos (moléculas que promueven la reparación tisular). La idea general es que al trasplantar estas células en el paciente (ya sea en la médula espinal, músculos o vía intravenosa), puedan crear un entorno más favorable para las neuronas motoras que quedan: reduciendo la inflamación, liberando factores de crecimiento y quizás diferenciándose en células de soporte (como células gliales) que ayuden a mantener vivas a las neuronas. No se busca “reemplazar” directamente las neuronas motoras perdidas, sino más bien ralentizar o detener la degeneración en curso​.

En modelos animales de ELA, diversas terapias celulares han mostrado retraso en la progresión de la enfermedad. En humanos, se han realizado ensayos clínicos piloto: por ejemplo, infusiones de CMM en líquido cefalorraquídeo o inyecciones en músculos. Algunos estudios pequeños no controlados sugieren que podrían desacelerar la progresión de la ELA en ciertos pacientes​. Sin embargo, hasta ahora los resultados en ensayos aleatorizados más rigurosos no han demostrado beneficios contundentes, y ninguna terapia con células madre está aún aprobada para la ELA​.

A pesar de ello, la terapia celular es un campo muy activo. Empresas biotecnológicas y grupos académicos (en Europa, EE.UU. y otros países) continúan reclutando pacientes para estudios con CMM u otras fuentes celulares (como células madre neurales) con el objetivo de confirmar su seguridad y eficacia. La esperanza es que, combinadas con otras intervenciones, las células madre puedan prolongar la supervivencia o estabilizar la función muscular en ELA. Cada avance en este ámbito es seguido muy de cerca, pues ofrecería una opción terapéutica totalmente nueva basada en la medicina regenerativa.

Inmunoterapia: anticuerpos que frenan la degeneración

Infografía que muestra los 10 tipos de biotecnología por colores: rojo (salud), verde (agricultura), blanco (industria), azul (marina), gris (medio ambiente), amarillo (alimentación), dorado (bioinformática), marrón (zonas áridas), negro (bioseguridad) y violeta (ética y derecho), con iconos e imágenes que representan cada sector.

Dado que en la ELA intervienen procesos inflamatorios y en la acumulación de proteínas anómalas, otra línea de investigación es la inmunoterapia, que consiste en emplear anticuerpos monoclonales u otras estrategias del sistema inmune para combatir la enfermedad. Una aproximación es desarrollar anticuerpos dirigidos contra proteínas tóxicas que se acumulan en las neuronas motoras (como agregados anormales de TDP-43 o SOD1), de forma que el propio sistema inmunitario ayude a eliminarlas. Otra estrategia es orientar anticuerpos contra moléculas del sistema inmunitario que median la inflamación en el sistema nervioso.

Por ejemplo, las células de microglía (defensa inmunitaria del cerebro) pueden volverse hiperactivas en la ELA y contribuir al daño neuronal. En un estudio reciente, científicos identificaron una proteína llamada integrina alpha-5 en las células inmunitarias del sistema nervioso de pacientes con ELA, y probaron un anticuerpo monoclonal contra dicha proteína en un modelo murino de la enfermedad. Los resultados en ratones fueron prometedores: el tratamiento protegió la función motora, retrasó la progresión de la ELA e incluso prolongó la supervivencia de los animales​. Este anticuerpo (originalmente desarrollado para ciertos tipos de cáncer) podría reutilizarse para la ELA, acelerando su camino a ensayos clínicos en humanos​.

Más allá de este caso, existen ensayos en marcha con inmunoterapias, como anticuerpos anti-TNF (una citoquina proinflamatoria) o inhibidores de otras vías inmunológicas (por ejemplo, anticuerpos anti-TREM2 o anti-CD14, dirigidos a moduladores de la activación microglial). Asimismo, se está explorando la administración de inmunoglobulinas y otras formas de inmunomodulación para reducir la inflamación neurotóxica. Si bien la inmunoterapia en ELA aún se encuentra en fases iniciales, los avances en otras enfermedades neurodegenerativas (como los anticuerpos recientemente aprobados para el Alzheimer) dan razones para el optimismo prudente. Controlar la respuesta inmunitaria desadaptativa podría frenar el daño a las neuronas motoras, complementando otras terapias dirigidas a las neuronas mismas.

Moléculas pequeñas: frenando la inflamación y el estrés oxidativo

Además de terapias génicas, celulares o de anticuerpos, continúa la búsqueda de fármacos de molécula pequeña, es decir, compuestos químicos tradicionales, que puedan alterar el curso de la ELA. Diversos ensayos clínicos investigan fármacos con distintos mecanismos de acción, entre ellos: reducir la inflamación, bloquear la muerte celular por estrés oxidativo o mejorar el metabolismo neuronal.

Un ejemplo ya mencionado es edaravona, un eliminador de radicales libres (antioxidante) que alivia el estrés oxidativo en las neuronas​. Edaravona logró demostrar una reducción en la velocidad de deterioro funcional de los pacientes en 6 meses frente a placebo, motivo por el cual fue aprobado en 2017 (como Radicava) convirtiéndose en el segundo fármaco para la ELA aprobado por la FDA en 22 años​​. Otro fármaco novedoso es AMX0035 (combinación de fenilbutirato de sodio y taurursodiol), que actúa protegiendo las mitocondrias y el retículo endoplásmico de la neurona; este compuesto mostró en ensayos una prolongación de la supervivencia y fue aprobado en 2022 en Estados Unidos y Canadá.

En cuanto a la inflamación, uno de los medicamentos experimentales más destacados es masitinib, un inhibidor de tirosina kinasa que modula la activación de células inmunes (como mastocitos y microglía) implicadas en la neuroinflamación. Un estudio clínico en casi 400 pacientes reportó que, añadido al riluzol, masitinib redujo en un 27% la velocidad de deterioro funcional en comparación con placebo tras 48 semanas​. Este resultado es alentador y ha motivado solicitudes de aprobación condicional en Europa. Sin embargo, aún se están evaluando cuidadosamente su seguridad y eficacia a largo plazo.

Otros compuestos en investigación incluyen: fármacos reguladores de la homeostasis proteica (como arimoclomol, que induce chaperonas moleculares para manejar proteínas mal plegadas), inhibidores de canales iónicos que pueden aliviar la hiperexcitabilidad de las neuronas motoras, y diversos antiinflamatorios o inmunomoduladores orales. Si bien cada molécula por sí sola suele aportar un beneficio modesto, el objetivo futuro podría ser combinar varios tratamientos (gene terapia + fármaco + soporte celular, por ejemplo) para atacar la enfermedad desde diferentes ángulos. Cada “pequeño” avance farmacológico es valioso, dado lo complejo de la ELA, y varios de estos compuestos se encuentran en fases finales de ensayo clínico esperando confirmación de sus resultados.

Fabricación y el rol de TECNIC en nuevas terapias

Desarrollar estas terapias innovadoras para la ELA no solo implica retos científicos y médicos, sino también desafíos en su fabricación. A diferencia de los fármacos tradicionales de síntesis química, muchas de estas nuevas terapias son productos biológicos complejos (genes, células, vectores virales, proteínas) que requieren procesos de producción sofisticados y estrictos controles de calidad. En este contexto, las tecnologías de bioprocesamiento juegan un papel crítico para llevar las terapias desde el laboratorio hasta la producción a escala clínica e industrial.

Por ejemplo, en terapia génica, el eje central del tratamiento es un vector viral (como un adenovirus o virus adenoasociado) que porta el gen terapéutico. La producción de vectores virales es un proceso complejo que implica cultivar células (habitualmente células humanas o de riñón embrionario, HEK293, etc.) en las que se generan los virus recombinantes. Este cultivo a gran escala se realiza en biorreactores, donde se proporcionan las condiciones óptimas (nutrientes, pH, oxígeno, temperatura) para que las células produzcan grandes cantidades del vector​. Una vez “cosechados” los virus del cultivo celular, viene un paso igual de importante: su purificación y concentración.

Aquí es indispensable la filtración de flujo tangencial (TFF, por sus siglas en inglés), una técnica de filtración en la que la solución que contiene los virus se hace fluir paralela a una membrana, permitiendo separar partículas por tamaño. La TFF se utiliza en casi todos los procesos biofarmacéuticos para concentrar partículas virales o proteicas​. Gracias a los sistemas de filtración tangencial, es posible eliminar impurezas y obtener vectores virales altamente purificados, manteniendo su integridad y funcionalidad. Finalmente, se logra un producto de terapia génica listo para su formulación y administración al paciente, cumpliendo con los estándares de calidad requeridos.

En el caso de las terapias con células madre, el desafío es expandir un número suficiente de células con características terapéuticas, manteniendo su potencia y viabilidad. Para tratar a pacientes de ELA (u otras enfermedades) pueden requerirse miles de millones de células por lote. Esto es inviable en los métodos tradicionales de cultivos en placas o frascos de laboratorio. Por ello, se emplean biorreactores especializados que permiten cultivar células a gran escala de manera controlada. Los biorreactores proporcionan un ambiente estable y estéril donde las células madre pueden proliferar exponencialmente. Estas plataformas cerradas y automatizadas garantizan control preciso de parámetros como la densidad celular, nutrientes, gases y factores de crecimiento. De hecho, los biorreactores son la plataforma preferida para la expansión celular controlada, pues ofrecen numerosas ventajas: reducen el trabajo manual, mejoran la homogeneidad de las células producidas y aumentan la eficiencia de expansión respecto a métodos en placa​.

Equipos como los biorreactores de un solo uso, que utilizan bolsas o recipientes desechables preesterilizados, aportan además flexibilidad y rapidez, al evitar pasos de limpieza entre lotes y facilitar escalar la producción según la demanda. En la fabricación de terapias celulares para la ELA, estos sistemas permiten obtener células madre mesenquimales en grandes cantidades listas para ser entregadas al clínico, cumpliendo las Buenas Prácticas de Manufactura (GMP).

En todos estos casos, la tecnología proporcionada por empresas especializadas resulta esencial. TECNIC, por ejemplo, ofrece biorreactores avanzados (desde escala de laboratorio hasta producción industrial) y sistemas de filtración tangencial totalmente integrados, diseñados para cumplir con los rigurosos requerimientos de estas terapias innovadoras. Estos equipos permiten un control automatizado preciso de las condiciones de cultivo y filtrado, garantizando procesos reproducibles y escalables

Nuevas Terapias para la Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA)

Preguntas Frecuentes (FAQ)

1. ¿Qué es la esclerosis lateral amiotrófica?

Es una enfermedad neurodegenerativa progresiva que afecta a las neuronas motoras, provocando debilidad muscular y parálisis.

2. ¿Existe cura para la esclerosis lateral amiotrófica?

No, actualmente no existe una cura. Los tratamientos disponibles solo ralentizan ligeramente la progresión de la enfermedad.

3. ¿Cuáles son las principales estrategias de tratamiento en desarrollo?

Terapia génica, terapia con células madre, inmunoterapia y fármacos de moléculas pequeñas.

4. ¿Pueden las células madre reemplazar las neuronas perdidas?

No directamente. Ayudan reduciendo la inflamación y apoyando a las neuronas que aún sobreviven.

5. ¿Cómo funciona la terapia génica en la ELA?

Actúa sobre mutaciones genéticas o introduce genes protectores mediante vectores virales u oligonucleótidos antisentido.

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